martes, 17 de noviembre de 2009

Hermana observadora





Soñé que soñaba. Cuando decía eso mamá estallaba en risa. Le divertía mucho que pudiera soñar que soñaba. Me repetía que eso era porque yo era muy floja. Que hasta para soñar lo hacía en doble para no tener que trabajar de mas. Y yo, le trataba de contar, que cuando soñaba que estaba despierta era un suplicio. Ella se reía por días. Era un suplicio. Por lo que, con el pasar del tiempo opté por callar.

La primera vez que soñé que soñaba entré a un mundo espiritual en el que se libraba una batalla. Había un grupo de ángeles que cubrían a un hombre que quería entrar por una puerta. Eran dos grupos de Ángeles. Los que cubrían al hombre eran blancos. Había otros que eran grises y su objetivo era verlo y quitárselos. Usaban unas espadas que parecían muy filosas pero no eran como en la tierra…se veían como las que se usan acá pero parecían mucho mas filosas…se escuchaba como blandían firmes por el espacio. Me sentía temerosa que alguna pequeña parte me llegara a rozar. Era una escena llena de energías que se encontraban. Los que vestían de blanco eran hermosos. De piel brillante. La verdad es que habían de diferentes tipos de color de pieles, sin embargo, la belleza no era la que se podía ver, que sin duda eran perfectas en cada ser, sino que, en lo que trasmitían. Luces. De colores vivos.Ellos eran un par de cientos. Mínimo. Protegían a un ser que llevaban en medio de todos. El objetivo de defensa era que ni un ángel gris lo pudiera ver siquiera. Los Ángeles grises eran comandados por un ángel de un color gris más oscuro y diferente a los otros. Tenía más garbo y más orgullo. Ellos despedían una luz con colores muertos. Mi estadía fue solo un instante corto porque cuando uno de los ángeles oscuros me vio algo ocurrió. Como una sacudida de alerta. Y una voz que salió del lado de los ángeles blancos exclamó.
_ ¡Tu tiempo hermana observadora ha comenzado! Que seas protegida y bendecida para que se cumpla lo escrito.
Yo no entendí. Obvio. Era una chica de quince años. Ingenua que ahora me da pena, además.
La siguiente noche también fue una escena corta. Como una película contada de forma muy cortada. Seres blancos y grises defendiendo a alguien que no podía ver. Ahora era una batalla más fuerte que la vez anterior.
Me llegó la idea de que la persona no estaba con ellos, sino que, la defendían de algo que le estaba ocurriendo en el lugar de residencia. Algo referente a una decisión. Todo parecía ser que acabaría pronto porque eran pocos los ángeles blancos. E iban perdiendo.
El entorno era un jardín lleno de verdes. Diferentes verdes. Antes de regresar a la realidad escuche una voz detrás de mi que decía:”Escríbelo hermana observadora”
Desperté como en la noche anterior. Con mucha paz interior.
Las noches avanzaron de esa forma. Viendo sólo partes de batallas que se daban en ese terreno. La puerta siempre estaba allí y se protegía.
Supongo que con el tiempo entendí lo que debía hacer así que, en uno de mis cuadernos del colegio que no usaba, empecé a escribir. Lo que soñaba mientras soñaba.

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