lunes, 19 de octubre de 2009

Inicio. (Made in heaven)



¿De dónde somos?, ¿A dónde vamos?
Preguntas que por lo menos una vez en la vida los seres humanos nos hemos hecho.
¿Por qué sufrimos?,¿Por qué pasamos pruebas que parecen demasiado difíciles de soportar?, ¿Por qué se mueren los seres que queremos?
Con un sin fin de por qué personales caminamos por la vida y sin respuestas que nos satisfagan o que nos hagan un poco más liviana la carga que llevamos en las espaldas del espíritu.
Desde mis arrugas de anciana que bordea los setenta y tantos te puedo decir que cuando el por qué lo transformamos en para qué las respuestas vienen enseguida.
Todo es para que se cumpla lo que Dios ha escrito para nosotros y que nosotros mismos lo ayudamos a escribir en el cielo, de donde somos, porque fuimos creados allí. El lugar más perfecto para existir. Made in heaven. Está en tu alma. Búscalo.
Cuando descubrí ésta realidad de que llegamos desde nuestra casa en el cielo, que vamos para allá y que mientras permanecemos aquí ayudamos a Dios a realizar un proyecto para nuestro propio
crecimiento personal ciertamente hizo que, por fin, mi existencia tuviera valor y sentido.
Somos un eslabón en ésta cadena que nos lleva a cumplir un proyecto y un propósito final. Somos importantes para dios. Somos sus hijos. Hasta el que se sienta más pecador.
Por lo mismo entendí y no lloré más por lo que tuve que vivir, aunque, fue bien avanzado el camino.
Pero en éste caminar he comprendido que somos muy porfiados porque Dios nos quiere felices y allá vamos y elegimos el dolor. Por que además existe el libre albedrío. Elegimos llorar y nos enfrascamos en decisiones que no van con nuestros objetivos de vida y no aprendemos con las caídas.
Porque como dice el padre Hugo Tagle “La pedagogía de Dios existe”. Dios nos habla en el tiempo, en el pasar de los días, de los meses. Algunas de sus lecciones pueden tomar años y no lo vemos. Caemos una y otra vez maldiciendo la vida.
Por ejemplo nos enseña a aguantar, que uno realmente se fuerte, que vale. Aprendemos que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando durante toda la vida a quien herimos.
Con el tiempo aprendemos que disculpar lo hace cualquiera pero perdonar es sólo de almas grandes. Comprendemos que apresurar o forzar las cosas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperamos.
Los tiempos de Dios no son siempre los nuestros y esto mismo toma tiempo comprobarlo.
Con el tiempo nos damos cuenta de que lo mejor no era el futuro sino el momento que vivíamos justo en ése instante. Dios nos muestra con el correr del tiempo que cada instante es único y cada persona a nuestro lado es signo de su presencia. Porque aunque te equivoques siempre sigue ayudándote.
No siempre lo comprobamos en el instante pero luego, sobre todo, colocando ese tiempo ante los ojos de dios comprendemos qué nos quiso decir y por qué ésa lección en ese momento. Con el tiempo aprendemos a que intentar perdonar a pedir perdón decir que amamos que extrañamos a otro requiere osadía humildad y coraje.
Los cuartos de hora en la pedagogía de dios existen. Hay que estar atentos a ellos, con los ojos abiertos y los sentidos despiertos.
Una oportunidad pasada, a veces nunca se repite, por ello darse “Tiempos” para dios en el tiempo que nos regala aquí y ahora es la única forma de entender su lenguaje, de hablar su idioma, de sentir como él siente.
La pedagogía de Dios, conoce lugares donde nos habla en forma especial. Serán iglesias, capillas, oratorios pero también un paisaje solitario, o bien lugares tristes, lugar de accidentes o calamidades. En ellos Dios nos recuerda nuestra fragilidad y dependencia. Que todo es transitorio. Con esto nos vuelve a él en quien debemos colocar nuestras esperanzas.
Pero eso lo sé ahora. Lo entiendo y lo acepto ahora porque antes todo fue tan doloroso. Yo no escuché. Yo no supe entender el tiempo de Dios para mí y todos los acontecimientos obligadamente se precipitaron hiriendo a muchos en el camino.
Ahora que mis pasos son lentos, que mi vejez está avanzada he escuchado lo que debo hace antes de irme. Dejas de manifiesto por escrito un ejemplo de lo que sucede cuando nuestro padre Dios nos habla y no lo escuchamos.
Desviamos los caminos.
No soy escritora y me gustaría serlo para poder plasmar con las palabras precisas lo que sucedió en mí aunque también quiero ser poeta porque creo que a ése nivel de sentimientos llegué.